En primer lugar, quería pedir disculpas por mi temporal abandono. Ahora estoy desembalando, cambiando titularidad de las cosas, limpia que te limpia y esas cosas, y, claro, luego acaba una que no vale un duro.
Pero aparte de todas esas cosas es que, claro, como siempre, lo que no me pase a mi...
Resulta que los antiguos propietarios nos han dejado una puerta de entrada que cuando la tiremos, seguro que no se la lleva nadie ni pagándole vamos.
El primer dia que fuimos a ver nuestra nueva casa, el churri que mete la llave en la cerradura y... ¡¡sorpresa!! ¡¡que no abre!! ¿¿¿como??? ¿¿¿como que no abre??? ¡¡a ver si se han confundido de llaves, no fastidies!!
El, con una paciencia fuera de lo normal (de la cual yo carecía en esos momentos), lo intentó un montón de veces hasta que la puerta ¡plas! se abrió.
Vale, la puerta abre mal, pues anda que menudo fastidio. Cualquier dia me quedo en la calle, pensé yo.
Claro, lo pensé porque era una premonición.
Ayer me voy a comprar y vuelvo yo tan feliz a abrir la puerta cuando empiezo a comprobar que la cerradura ni pa´ lante ni pa´ tras.
Lo llamo a él, ¡¡que la puerta no abre!!
- Pues yo ahora no puedo ir, prueba a abrir suave, no la fuerces, tú con paciencia, y si no puedes pues vete donde tu madre, que luego te voy a buscar.
Suave, dice, después de llevar tres cuartos de hora probando suave, a lo bestia, con tirones, con empujones, hasta que dispuesta a echar la puerta abajo me dio por llamarle.
Al final decidí irme porque si no me iba a poner hasta a llorar.
Pero hoy me ha vuelto a pasar. Como el piso es bajo y es una urbanizacion cerrada pues yo me anticipé y dejé una ventana de la terraza un poquito abierta, pensando que yo era super-elástica y que podría subir por la pared.
Primero me aseguré que no había nadie mirándome, por Dios, que vergüenza que me vieran intentando colarme en mi casa.
Después de comprobar que no tenía tela de araña en las palmas de las manos y que había olvidado la capa para volar hasta la ventana, decidí pedir ayuda. Así que le pedí una escalera a un vecino. El hombre ha sido super-amable y me ha sujetado la escalera para que no me estronchara mientras subía, hasta que al final he conseguido entrar.
Después el vecino ha venido hasta la puerta y ha estado probando a ver qué puñetas le pasaba a la cerradura, y me ha explicado el truco para poder abrirla hasta que llegue la dichosa puerta que he encargado y que no llega hasta la semana que viene.
El truco parece fácil, lo he intentado varias veces y "hoy" funciona. Pero, claro, seguro que llega mañana y me tengo que pelear con la maldita puerta.
Por lo demás, estoy muy contenta de tener nuestra chocita y por fin, disfrutar de la tranquilidad de la soledad.